El dios delos ateos

Xabier Osarte Garayoa

DEL POLITEÍSMO AL MONTEÍSMO

¿Cuál es la intención del autor, al escribir este libro? Simplemente manifestar su convencimiento de que la religión ha experimentado, a los largo de su vida, unas etapas evolutivas, que se podrían comparar con las que Darwin reivindicó para las plantas y los animales en “la Evolución de las Especies”. En una primera fase religiosa, el hombre, víctima de sus propias limitaciones, de su temor a la muerte, sintió respeto y veneración por las fuerzas de la naturaleza: el fuego, la selva, los animales, el rayo o el sol. En una segunda fase, el hombre “sacralizó” a estas fuerzas ocultas y las revistió de unos atributos divinos. Así nacieron los grandes mitos, en los que aparecen estas fuerzas sacralizadas, como creadoras de todo cuanto existe, como dominadoras del bien y el mal, como destinatarias de respeto y veneración, como solución al origen de la vida y al enigma de la muerte. En la tercera fase, surge la rivalidad entre estas fuerzas divinas, entre estos dioses del mar y el cielo, del rayo y la luz, de la fecundidad y el placer, de la vida y la muerte. Poco a poco, se fue desarrollando una jerarquía de dioses y semidioses, de héroes y gigantes. Al final, en esta lucha por el poder, se impuso el Dios supremo, el Dios de la belleza y la justicia, el Dios de la fecundidad y la luz, el Dios del bien y el amor. En esta fase de la evolución, la religión experimentó el paso significativo del politeísmo al monoteísmo. En la cuarta fase de la evolución religiosa, el monoteísmo del judaísmo, cristianismo e islamismo se desarrollaron de forma más significativa en occidente, mientras el politeísmo continuó presente en las grandes religiones orientales, aunque fue adquiriendo una deriva más intimista, más panteísta.